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19
Oct
El oro gana la batalla de reserva de valor ¿Bitcoin ganará la guerra?

Desde la segunda guerra mundial no había tantos conflictos bélicos en el mundo como los hay en este momento. 61 conflictos armados que involucran al menos un Estado-nación, la cifra más alta desde 1946, desde hace 79 años. De estos 61, al menos 11 alcanzaron el estatus de guerra, definida como un conflicto que causa al menos 1000 muertes relacionadas con batallas. En otras palabras, vivimos los tiempos de mayor miedo e incertidumbre de las últimas ocho décadas. 

El mundo está en crisis, tal como lo revela el Programa de Datos sobre Conflictos de Uppsala (UCDP), la fuente de datos sobre violencia organizada más utilizada en el mundo y el proyecto de recopilación de datos en curso más antiguo sobre guerras civiles. Fuente: Universidad de Uppsala. 

Ante esta realidad, no es una sorpresa que el oro esté, no solo en máximos históricos, sino creciendo parabólicamente. En lo que va de 2025, el precio del oro ha subido 60%, hasta los USD 4.250. Estamos hablando del oro, no de una acción tecnológica o algún instrumento de baja capitalización, sino de un mastodonte de 30.000 billones de dólares de capitalización. Incluso Bitcoin, con su tan criticada volatilidad, ha subido solo 5% más que el oro en 2025. 

El oro ha subido casi verticalmente desde 2023. Fuente: TradingView. 

Conociendo el contexto de incertidumbre global, que incluye no solo los conflictos bélicos, sino que se ha visto también agitado por la guerra de tarifas de Trump, especialmente aquellas concernientes a su relación con China, las expectativas de recorte de tasas de interés en medio del déficit fiscal creciente y el cierre del gobierno de EE. UU, no es de extrañarse la demanda actual del oro. Ante una caída de 10% del valor del dólar, Ken Griffin, CEO de Citadel, uno de los fondos de cobertura más rentables del mundo, dice que los “capitales se están moviendo para desdolarizarse y reducir la exposición al riesgo de Estados Unidos”. 

En el primer semestre de 2025, bancos centrales del mundo compraron 415 toneladas de oro, con Polonia, China y Turquía encabezando la lista de compradores. Pero la demanda de inversión, tanto a través de ETF, como de barras y monedas, supera con casi 1.000 toneladas a las compras de bancos centrales, señalando que son instituciones y minoristas los más interesados en acudir al metal precioso como refugio ante la incertidumbre. 

Si observamos la gráfica comparativa entre el oro y bitcoin (BTC) podemos ver que, si bien la correlación entre ambas ha sido históricamente baja, justo en este momento de incertidumbre global parecen estarse acercando, pero sigue siendo muy breve el tiempo como para hablar de que estén correlacionadas. 

Cuando la correlación entre el oro y bitcoin equivale a 0, significa que está en su punto de mayor correlación. Fuente: NewHedge. 

Desde hace años, pero ratificándose después de la mayor impresión de dólares de la historia durante la pandemia de Covid19, la narrativa dominante en bitcoin ha sido la de que es una reserva de valor y refugio contra la inflación, por poseer cualidades dinerarias similares al oro. Y es con esta perspectiva que los inversionistas institucionales se han posicionado en bitcoin como un activo para atesorar a largo plazo. 

El mayor gestor de activos del mundo, BlackRock, ha dicho que bitcoin es una “cobertura contra riesgos que los activos tradicionales no pueden abordar, particularmente en tiempos de mayor incertidumbre geopolítica y económica”, mientras que su CEO, Larry Fink, ha puntualizado que “bitcoin es un instrumento en el que se invierte cuando se tiene más miedo”. 

Pero BlackRock no ha sido el único. Fidelity, gestora de activos con más de USD 15 billones en AUM, lo ha llamado “oro exponencial”. VanEck, gestora global pionera en mercados emergentes, lo ha proyectado como activo de reserva mundial. Ray Dalio de Bridgewater Associates, fondo de cobertura cuyo fondo insignia maneja USD 92 mil millones, lo coloca en igualdad con el oro frente a los activos de deuda. Cantor Fitzgerald, firma líder en corretaje institucional con USD 16 mil millones en AUM, también ha dicho que bitcoin debe tratarse como el oro. Deutsche Bank, uno de los bancos más grandes de Europa; Paul Tudor Jones, legendario gestor de fondos; Stanley Druckenmiller, inversor célebre por su éxito en estrategias macro globales; incluso el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos lo ha llamado oro digital. 

Aunque todos estos grandes nombres pueblen los titulares con alabanzas a bitcoin, suele perderse de vista que estos siguen siendo un relativamente pequeño porcentaje del mercado, y que sigue habiendo otro gran —quizás incluso mayor— segmento que sigue considerando a bitcoin como un activo de riesgo. Esto se ratifica cuando se observa la creciente correlación entre el BTC y el S&P 500, la cual se mantiene alta desde septiembre de 2024. 

La correlación entre bitcoin y las acciones estadounidenses implica que los inversionistas perciben más a bitcoin como acción tecnológica. Fuente: NewHedge.

En este estatus híbrido o transicional se encuentra bitcoin: a medio camino entre el activo de riesgo y el activo de refugio. Y los movimientos del oro podrían ser decisivos para determinar cómo se consolidará BTC en el futuro cercano. 

Para el banco más grande de EE. UU., JP Morgan, bitcoin y el oro se encuentran en una competencia de suma cero para liderar en lo que califican como “comercio de devaluación”, estrategia de inversión para protegerse o beneficiarse en tiempos de incertidumbre económica. 

En este escenario, JP Morgan proyectó que BTC tomaría la delantera. “Prevemos que la competencia de suma cero entre el oro y bitcoin se extenderá a lo que resta del año, pero creemos que los catalizadores específicos del activo digital generarán un mayor potencial alcista para bitcoin frente al oro en la segunda mitad del año”, afirmaron los analistas. 

VanEck comparte esta opinión, sosteniendo que las características intrínsecas de bitcoin, sumadas a una creciente adopción institucional y tecnológica, refuerzan su potencial a largo plazo frente al metal precioso. Y más allá de lo conceptual, la firma asegura que sus clientes están más interesados en bitcoin, que en el oro. 

Con todo, mucha de esta demanda puede venir desde el apetito especulativo más que de la búsqueda de refugio, y aunque pueda parecer un matiz menor, de mera narrativa, en tiempos de incertidumbre como el actual, donde el miedo lleva a una mayor prudencia en las inversiones, puede ser determinante a la hora de decidir dónde colocar el dinero. 

Si bien el precio de bitcoin ha crecido un poco más que el del oro, porcentualmente, en 2025, hay que considerar que hay una diferencia de USD 28 billones entre la capitalización del oro y la de Bitcoin. Es decir, la capitalización del oro es trece veces mayor que la de bitcoin. Por lo tanto, se requiere mucho más dinero para mover su precio. 

Para hacer una comparación de cuánto dinero ha entrado en cada uno de estos instrumentos, parece justo utilizar los ETF, que, si bien no son el único medio de inversión, es un dato donde comparten un terreno similar. Mientras que en los ETF de bitcoin han entrado USD 30 mil millones en 2025, en los ETF del oro se han invertido USD 64 mil millones, más del doble. 

A pesar de ser una comparación limitada, permite ver que el oro sigue venciendo a bitcoin en volumen de inversión en esta competencia por ser la reserva de valor dominante. Es decir, mucho del dinero que se esperaba entrara a bitcoin, realmente está entrando al oro. 

Sin embargo, otra forma de verlo es que, si bitcoin no existiera, el flujo de entradas al oro sería mucho mayor. Esta es la primera vez en la historia contemporánea que el oro tiene un competidor como reserva de valor, y en tan solo 16 años de existencia le robó casi la mitad del volumen de inversión a un activo que lleva milenios sirviendo como refugio de valor. 

Y así como es la primera vez que el oro compite con otro instrumento durante su fase de auge, también será la primera vez que compite contra otro instrumento en su fase de caída. Porque así funcionan todos los mercados. Los precios son un mecanismo de coordinación social, pero también son un termómetro de la opinión pública. Cuando se está en medio de la tormenta, por buscar cobertura, se calcula el peor escenario, lo cual puede sobreestimar precios. Cuando pasa la tormenta, lo normal es que el termómetro se reajuste, ya pasada la fiebre. 

Luego de que Richard Nixon rompió el patrón oro, en el contexto de la guerra de Vietnam, el precio del oro se disparó por primera vez por la gran incertidumbre existente, y el resto de los activos cayeron. Posteriormente, en los 80, el presidente de la Fed, Paul Volker subió las tasas de interés a 20%, logró bajar la inflación, el dólar se volvió atractivo otra vez, y cayó el precio del oro.  

El precio del oro se mantuvo bajo y relativamente estable durante las décadas de los 80 y 90. Había prosperidad con el boom tecnológico, había confianza y no se requería un refugio de valor. En la década del 2000, explota la burbuja de las puntocom, sucede el atentado de las torres gemelas, la crisis subprime, y comienzan a emitir grandes cantidades de dinero para salvar bancos y paliar la crisis. En ese nuevo momento de incertidumbre, el oro marcó un nuevo máximo histórico.  

Posteriormente, entre 2012 y 2018, con un poco más de estabilidad económica en el mundo, baja nuevamente el interés en el oro y en su precio; suben las acciones y se fortalece el dólar.  

Antes del crecimiento parabólico actual, ya el oro había marcado un máximo precio histórico durante la crisis del Covid, gracias al contexto inflacionario debido a la enorme emisión monetaria, lo que ha aumentado la desconfianza en el dólar. Aparte, el dólar ha sido instrumentalizado para sancionar países enemigos, lo cual ha aumentado la necesidad de buscar instrumentos alternativos para los países disidentes. 

Si bien sabemos que, como todas las crisis de la historia, esta también pasará, no podemos saber en qué fase de la crisis nos encontramos. Por lo tanto, no sabemos por cuánto tiempo se prolongará la necesidad de activos de reserva de valor. Hay quienes piensan, como el analista de Credit Suisse Zoltan Pozsar, que nos estamos adentrando en un nuevo orden monetario, lo que supone un cambio más profundo y, probablemente, más prolongado que las crisis mencionadas en los párrafos anteriores. 

De cualquier forma, mientras dure la incertidumbre global, se prolongará esta lucha entre el oro y bitcoin por convertirse en la reserva de valor dominante. Pero es opinión de este medio que, una vez se calme la tormenta y explote la burbuja del oro, bitcoin será el mayor beneficiado. 

Como hemos visto, a pesar de la gran masa monetaria emitida durante los últimos años, el dinero no es infinito, los recursos son limitados, y los inversionistas se ven en la necesidad de decidir dónde colocarlo. Hasta ahora, cuando la necesidad ha sido refugiar valor, se ha elegido colocar más dinero en oro que en bitcoin. En el corto plazo, en este momento transicional de la narrativa de Bitcoin, puede parecer racional, pero el costo de oportunidad a largo plazo probablemente beneficie a aquel segmento de los inversionistas que decidió posicionarse en bitcoin en vez que en el oro. 

Ya en la actualidad, Bitcoin está en uno de los momentos más impredecibles de su historia. La entrada de nuevos actores como los gestores de ETF, las tesorerías corporativas, e incluso algunos pocos Estados-Nación, cuya perspectiva es mayoritariamente de acumulación a largo plazo de la mayor cantidad del suministro que puedan, ha puesto en duda que se mantengan los ciclos de auge y caída de cuatro años a los que hemos estado acostumbrados con cada halving, o al menos a reducir la intensidad de estos momentos. 

Esto conduciría a una mayor estabilidad en el precio de bitcoin, lo cual reforzaría su transición fuera de activo de riesgo y hacia reserva de valor. En ese escenario, y ante un panorama de estabilidad económica y certidumbre geopolítica, ya no habrá apetito por el oro, pero bitcoin seguirá en su fase de adopción, alcanzando manos de inversionistas con bolsillos cada vez más profundos, como lo son los Estados.  

Pero esta no es la realidad en este momento. El oro sigue siendo la reserva de valor dominante pues tiene algo con lo que Bitcoin no puede competir: milenios de historia como dinero. Efecto Lindy, en palabras del pensador Nassim Nicholas Taleb. Y si bien bitcoin puede superarlo en cualidades dinerarias como programabilidad, portabilidad, divisibilidad, verificabilidad y custodia, sigue estando en esa forma híbrida ante la opinión pública y el mercado, siendo todavía percibido más como activo de riesgo que como reserva de valor. 

Por ahora, está ganando la tradición, pero probablemente sea la tecnología de dinero más avanzada la que gane en el largo plazo, cuando veamos una mayor desmonetización del oro a favor de bitcoin, con más individuos, empresas y Estados participando en esta transición. 

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