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20
Abr
¿Qué son las leyes anti-lavado de dinero (ALD)?

Las leyes contra el lavado de dinero (ALD, o AML por sus siglas en inglés) son un conjunto de normas diseñadas para prevenir que los sistemas financieros sean utilizados con fines ilícitos, como el blanqueo de capitales provenientes del narcotráfico, la corrupción, el fraude fiscal o el financiamiento del terrorismo.  Estas leyes obligan a las instituciones financieras, incluidas las plataformas de intercambio de criptomonedas, a identificar y verificar la identidad de sus usuarios, monitorear sus transacciones y reportar actividades sospechosas a las autoridades competentes. Dentro del mundo bitcoiner, las ADL han traído descontento y polémica, pues se considera que estas regulaciones atentan contra la esencia y los valores de Bitcoin (BTC). En primer lugar, el lavado de dinero consiste en introducir en el sistema financiero fondos obtenidos mediante actividades delictivas, dándoles una apariencia de legalidad. El proceso suele dividirse en tres fases: colocación, estratificación e integración. Para combatir esta práctica, los gobiernos han creado marcos regulatorios cada vez más estrictos, impulsados en gran parte por las recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), organismo intergubernamental que desde 1989 establece estándares globales en materia ALD y financiamiento del terrorismo. En el caso del ecosistema de criptomonedas, las leyes ALD han tenido un impacto particular. Desde 2019, el GAFI ha extendido sus directrices a los proveedores de servicios de activos virtuales (VASP, por sus siglas en inglés), como exchanges, wallets custodiales y otros intermediarios. Estas entidades están obligadas a aplicar controles de conocimiento del cliente (KYC), conservar registros de las operaciones y cumplir con la llamada “Regla de viaje”, que exige compartir información sobre el origen y destino de los fondos en transferencias superiores a ciertos umbrales. La implementación de estas medidas en el mundo de las criptomonedas ha sido objeto de debate. Defensores del software libre, la privacidad y la descentralización —valores fundacionales del movimiento bitcoiner— argumentan que muchas de las regulaciones ALD violan derechos fundamentales como el anonimato financiero y la libertad de transacción. Sostienen que las criptomonedas como bitcoin (BTC) no fueron creadas para replicar el modelo bancario tradicional, sino para ofrecer una alternativa resistente a la censura y accesible sin intermediarios ni permisos. Desde esta perspectiva, obligar a plataformas descentralizadas o a usuarios autodirigidos a cumplir con normas ALD no solo es técnicamente complejo, sino conceptualmente contradictorio. También advierten sobre el riesgo de que las regulaciones se conviertan en una forma de vigilancia masiva y exclusión financiera, afectando principalmente a quienes no pueden acceder a sistemas bancarios formales.  1 ¿Cómo se creó la ley antilavado de dinero?

La creación de las leyes contra el lavado de dinero (ALD) sucedió entre 1970 y 1980, como respuesta al crecimiento del narcotráfico internacional y al uso del sistema financiero para ocultar las ganancias de actividades ilícitas. En Estados Unidos, el primer marco legal relevante fue el Bank Secrecy Act (BSA), promulgado en 1970, el cual obligaba a las instituciones financieras a mantener registros de ciertas transacciones y reportar movimientos sospechosos a la Red de Control de Delitos Financieros (FinCEN). Esta ley sentó las bases de lo que hoy se conoce como cumplimiento ALD, al introducir por primera vez requisitos de vigilancia financiera para prevenir actividades criminales. 

La mafia y el origen de las leyes ALD en EE. UU.

Las mafias, especialmente durante y después de la era de la Prohibición (1920–1933), construyeron imperios económicos paralelos financiados con actividades ilegales como el tráfico de alcohol, apuestas clandestinas, extorsión y posteriormente el narcotráfico. Pero el verdadero desafío no era solo obtener el dinero, sino introducirlo en el sistema financiero sin levantar sospechas. Para lograrlo, los grupos mafiosos usaban negocios con apariencia legítima como lavanderías, restaurantes, concesionarios o clubes nocturnos —lo que dio origen al término lavado de dinero—. Estos negocios de “frente limpio” les permitían justificar ingresos en efectivo, ocultar el origen del dinero y evadir a las autoridades fiscales. El gobierno estadounidense comenzó a reconocer que combatir el crimen organizado requería seguir la pista del dinero, no solo perseguir delitos aislados. Esto condujo a la aprobación de la Bank Secrecy Act (BSA) en 1970, considerada la primera ley ALD moderna.

A nivel internacional, el impulso más decisivo ocurrió en 1989 con la fundación del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), una iniciativa del G7 para estandarizar la lucha contra el lavado de dinero. En su informe fundacional, el GAFI estableció una serie de recomendaciones que con el tiempo se convirtieron en normas adoptadas por más de 200 jurisdicciones. Estas recomendaciones incluían la tipificación penal del lavado de dinero, el congelamiento de activos y la cooperación transfronteriza, entre otras medidas.  

Inicialmente, las leyes ALD estaban dirigidas principalmente a frenar el narcotráfico, pero tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, su alcance se amplió significativamente para incluir la prevención del financiamiento del terrorismo. Este cambio se formalizó con la aprobación de la Ley Patriota (USA PATRIOT Act), que fortaleció el marco de vigilancia financiera e impuso nuevas obligaciones a bancos, aseguradoras y otros actores del sistema financiero, tanto dentro como fuera del territorio estadounidense. 

En los años siguientes, la adopción de leyes ALD se convirtió en una condición para acceder a los sistemas financieros internacionales. Organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial comenzaron a incluir el cumplimiento ALD como parte de sus programas de asistencia técnica, evaluaciones de riesgo y líneas de crédito. Esto llevó a una rápida expansión del marco normativo a nivel global, más allá del ámbito bancario tradicional, incluyendo sectores como el inmobiliario, las casas de cambio, los casinos y, más recientemente, las plataformas de criptomonedas. 

La irrupción de Bitcoin en 2009 y el crecimiento del mercado de criptomonedas durante la década de 2010 introdujeron nuevos desafíos al cumplimiento de estas leyes. En 2019, el GAFI publicó una actualización de sus recomendaciones para incluir a los proveedores de servicios de activos virtuales (VASP), lo que marcó un hito en la regulación del ecosistema. Desde entonces, la mayoría de las jurisdicciones que siguen las directrices del GAFI han adaptado sus leyes para exigir a los exchanges de criptomonedas la implementación de políticas de KYC, monitoreo de transacciones y colaboración con autoridades judiciales y financieras.  

¿Cuál es el objetivo principal de las leyes ALD?

El objetivo principal de las leyes contra el lavado de dinero (ALD) es prevenir que el sistema financiero sea utilizado para ocultar el origen ilícito de fondos provenientes de actividades criminales, como el narcotráfico, la corrupción, el fraude fiscal, el tráfico de armas, la trata de personas o el financiamiento del terrorismo.

2 ¿Quién está sujeto a las leyes ALD?

Bancos y entidades financieras tradicionales: incluyen bancos comerciales, cooperativas de crédito, casas de cambio, compañías de seguros, sociedades de inversión, instituciones de crédito y ahorro, y otros intermediarios financieros. Estas entidades están obligadas a identificar a sus clientes (KYC), monitorear sus operaciones y reportar cualquier transacción sospechosa ante las autoridades competentes. Su papel es considerado clave porque suelen ser la puerta de entrada al sistema financiero formal. 

Profesionales no financieros designados (PNFD): este grupo incluye a abogados, notarios, contadores, agentes inmobiliarios, joyeros, casas de empeño y casinos. Aunque no se dedican a actividades estrictamente financieras, su intervención en transacciones de alto valor o estructuración de patrimonios puede facilitar el lavado de dinero. Por ello, también deben aplicar controles de debida diligencia en ciertos casos, especialmente cuando gestionan fondos de clientes o participan en operaciones sospechosas. 

Organizaciones sin fines de lucro (en contextos específicos): en algunas jurisdicciones, las ONG y fundaciones están sujetas a regulaciones ALD cuando existe riesgo de que sean utilizadas para canalizar fondos al financiamiento del terrorismo. Esta medida ha generado controversia por su posible impacto en la sociedad civil, y el GAFI ha recomendado un enfoque proporcional basado en riesgos. 

Proveedores de servicios de activos virtuales (VASP): esto incluye a exchanges centralizados, custodios de criptomonedas, proveedores de servicios de transferencia de activos digitales y plataformas que faciliten el intercambio o resguardo de criptomonedas por cuenta de terceros. Estas entidades deben aplicar procedimientos de verificación de identidad, monitoreo de operaciones y cumplimiento de la llamada “Regla de Viaje” en transacciones que superen ciertos umbrales. 

3 ¿Qué es «Conozca a su cliente» (KYC) y cómo se relaciona con ALD?

El principio de «Conozca a su cliente«, conocido por sus siglas en inglés como KYC (Know Your Customer), e …

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