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Frente a las grandes estructuras de antaño, esta vez tan solo una plataforma de madera dispuesta a ras del suelo con una ligera pendiente muestra al mundo a quién ha sido uno de sus líderes más importantes durante los últimos años. Miles de fieles se agolpan hasta altas horas de la madrugada a las puertas de la colosal Basílica de San Pedro para poder acceder. Otros miles conforman dentro una larga cola para poder llegar hasta él y despedirse. Ataviados con un llamativo uniforme tricolor, varios guardias custodian su cuerpo. El silencio, el luto, las oraciones y las preguntas sobre quién será su sucesor recorren las calles del Vaticano, el país más pequeño del mundo que, como siempre, sin previo aviso, se ha vuelto a convertir en el epicentro del planeta tras la muerte del papa Francisco, fallecido este lunes a los 88 años.Hacía mucho, de hecho, que las calles de Roma no se habían visto tan llenas. A la espera de que cientos de autoridades y decenas de jefes de Estado pueblen también la capital italiana este sábado para su funeral, hay quienes, entre la multitud, han llegado también a la ciudad, pero no lo hacen para despedir al Sumo Pontífice, sino para poder decir adiós al hombre que ha inspirado a su familia y que simplemente es un miembro más de ella: su tío Jorge Mario Bergoglio. «Acabamos de llegar a Roma y estamos todavía a flor de piel», confiesa en conversación telefónica con 20minutos Flavia Bergoglio, sobrina segunda del papa Francisco, que se trasladó este miércoles desde la ciudad siciliana de Catania. Ella es quien comienza a hablar porque, a su lado, Mauro Bergoglio, hijo de uno de los hermanos del Pontífice, rompe a llorar. Él ha viajado desde Buenos Aires y hasta hace unos días no estaba claro que pudiera ir a Italia por el alto precio de los vuelos y los alojamientos. «Se supone que tenemos todos plata (dinero) y somos todos ricos y famosos, pero no es así», detalla ella.
Descendientes de una familia humilde de migrantes italianos que se asentaron en la capital argentina, de los cuatro hermanos que tuvo el papa Francisco (Alberto Horacio, Marta Regina, María Elena y Óscar Adrián) solo la tercera llegó en vida a ver a su hermano como líder de la Iglesia Católica. Ella, sin embargo, no ha podido verle estos años y tampoco podrá viajar hasta Roma debido a su delicado estado de salud. Pese a ello, el resto de parientes, sobrinos y primos lejanos forman una familia muy estrecha en la que cada poco tiempo se organizan reuniones y en las que el propio Francisco -Jorge para la familia- formaba parte a través de cartas: «Él siempre estuvo presente de algún modo. Desde que fue cardenal se abocó a su trabajo y a la comunidad, pero siempre estuvo con su familia, aunque en realidad su familia era el mundo entero».
Flavia y Mauro Bergoglio en la plaza de San Pedro para despedir a su tío, el papa Francisco.CEDIDA
A diferencia de Flavia, cuyos recuerdos de su tío proceden de cuando era muy niña, para Mauro, hijo de Óscar Adrián, su figura siempre ha estado muy viva. Tanto, que ha seguido teniendo contacto con él durante todos estos años: «Hablábamos alguna vez por teléfono, pero básicamente lo hacíamos por e-mail. Nos comunicábamos por esta vía porque era la forma que yo consideraba que le podía molestar menos porque sabía lo ocupado que estaba». Como relata, él mandaba un mensaje y el propio Jorge le contestaba siempre de la misma forma: no a través de otro correo, sino a través de una carta escrita de puño y letra que le llegaba «escaneada en PDF». «Él siempre se comunicaba con mucho afecto y mucho cariño hacia nosotros y eso era mutuo». La última interacción entre ambos se produjo, precisamente, tras los 38 días que el papa llegó a estar ingresado en el hospital Gemelli de Roma: «Mandé un mail para saber cómo estaba y me respondió que estaba tranquilo y que ya estaba mejor».
Tras ello, la noticia llegó este lunes a toda la familia y, como confiesan ambos, de forma totalmente inesperada. «Él de muy joven ya tuvo problemas pulmonares, así que ya venía con una patología, 88 años, una neumonía bilateral… era muy difícil, pero la verdad que los 38 días que estuvo internado los médicos hicieron todo para recatarlo hasta que finalmente le dieron el alta. Hicieron un montón por él y yo les estoy eternamente agradecido. El tema es que uno no se esperaba esto», afirma Mauro.Ni él, ni Flavia, ni el resto de su familia pudieron, por tanto, despedirse del papa Francisco ni verle en persona durante todos estos años. Al igual que no visitó España, el papa nunca llegó a regresar a la Argentina donde se crío, aunque aseguran que siempre quiso. Y, pese a no volver a Buenos Aires, su recuerdo, cuentan, siempre ha seguido latente. «Él siempre nos ha hecho reír mucho y recordar cosas muy lindas», revela Flavia. Mauro, asimismo, recuerda con cariño cómo era encontrarse con él de pequeño: «Nosotros somos tres hermanos y mi padre siempre nos llevaba a verlo al colegio donde trabajaba. Siempre íbamos a verlo algún ratito que él tuviera. Él siempre tenía un humor excelente. Eso siempre lo digo porque era muy característico de él. Siempre tenía una broma para hacer, un comentario, algo gracioso… Era muy cariñoso y divertido».»Siempre le caracterizó su humildad y su sencillez. De hecho, siendo papa, él mantuvo esa postura, cosa que muchas veces no pasa, pero él sí porque era su esencia», añade su sobrino, quien rememora alguna de las anécdotas que se han contado: «Una historia muy contenta y alegre es que hasta a la seguridad del Vaticano le costaba encontrarlo porque se escapaba. A veces se iba a andar él solo y eso era algo muy común en él. Antes incluso de ser papa también lo hacía. Se iba por las calles vestido con su hábito de sacerdote e iba a ver a los pobres, estaba con ellos y veía cómo les podía ayudar. Eso era parte de su esencia y la mantuvo desde el día que tomó el sacerdocio hasta su último día».»Él siempre tenía un humor excelente. Era muy característico de él. Siempre tenía una broma para hacer, un comentario, algo gracioso… Era muy cariñoso y divertido»La familia, de hecho, vivió también con rotunda sorpresa el nombramiento de su tío como Pontífice. «Yo le recordaba a él de pequeña y la verdad que fue una cosa muy rara, muy extraña… que alguien con tu mismo apellido aparezca en la tele diciendo ‘Buonasera’… para Argentina fue como una de las Copas del Mundo», sostiene Flavia entre risas. «Fue una emoción tremenda”, reconoce asimismo Mauro: «Entre tantos cardenales, si bien uno sabía que existía la posibilidad, la verdad es que no lo esperábamos. Cuando terminó saliendo al balcón y dijo esa famosa palabra fue una emoción enorme».El legado de Francisco en la familiaTras 12 años, su etapa de papado ha marcado a muchas personas y no solo a católicos, pero especialmente también lo ha hecho así a la familia Bergoglio. Otro de sus sobrinos, José Bergoglio, ha fundado una organización dedicada a la inclusión de los jóvenes en situación de vulnerabilidad. Mauro y Flavia también confiesan, así, sentirse inspirados por los pasos de su tío y, de hecho, no dudan en afirmar que en cada Bergoglio «hay un pequeño Jorge». «Yo de él me quedo con la simpleza», reconoce ella: «A mí personalmente Francisco me ha enseñado que la humildad es la grandeza del ser humano. Me alegra mucho conocer historias de gente que me contacta para decirme que Francisco …
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