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AuthorAlex
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¿Qué pensarían Schuman, Monnet, Delors, Veil, De Gasperi, Spinelli, Corradi, Marín o Sassoli si vieran la Unión Europea de hoy? Todos ellos, en diferentes épocas, han sido decisivos en el arranque o el desarrollo de un proyecto europeo que ha llegado a un punto de inflexión. A un reinicio que tiene su casilla de salida este 9 de junio, con unas elecciones europeas que servirán para elegir entre dos caminos; entre dos modelos. El statu quo ya no vale y la apuesta parece simple en cuanto a la teoría: más integración europea o más poder en manos de los países miembros. Las urnas dictarán sentencia, 380 millones de votos mediante (en toda la UE), para los próximos cinco años.Y los comicios son una ‘batalla’ entre el europeísmo clásico, que ya no puede ser inamovible, y el auge de una ultraderecha en buena salud que aspira a agitar la Unión desde su propia estructura y desintegrarla en el sentido de que sean los gobiernos los que tengan la voz que más se oiga. Son el agua y el aceite. Más Europa o menos Europa parece ser la dicotomía en un paso por las urnas que es «fundamental», tal como vienen avisando desde el Parlamento Europeo. «La democracia es un derecho, pero también una responsabilidad», avisa su portavoz y director de comunicación, Jaume Duch, en una llamada a la participación masiva para, al menos, igualar el dato de afluencia de 2019: en torno a un 51%.Ahora, en el terreno de juego hay jugadores de todo tipo, y parece inclinado hacia un aumento considerable de la derecha radical. El esquema con el que saldrán los partidos, los grupos políticos, al campo, está más claro en unos que en otros. El Partido Popular Europeo (PPE) es el ‘rey’ de la competición. Siempre ha sido la familia política mayoritaria en la Eurocámara, y seguirá siéndolo tras el 9-J, pero dependiendo de qué voz sea la que dirige el cotarro puede elegir un camino u otro. Es un vestuario dividido el de los conservadores tradicionales: pacto con la ultraderecha sí, pacto con la ultraderecha no.
El libreto del PPE es conocido. Llevan siendo el grupo más grande desde que se celebraron las primeras elecciones europeas, en 1979, y abogan por un europeísmo moderado, que combina integración y poder en manos de los Estados al mismo tiempo; pero ese carril central ya no parece ser viable. Sus ejes fundamentales son la Defensa, el impulso a la industria, una reforma de la PAC para poner al sector del campo en primera fila y una posición favorable a la ampliación, pero desde la exigencia. Eso sí, no es una familia uniforme: en sus filas hay posiciones más cercanas a la derecha radical (Forza Italia) y otras mucho más centristas, como las del PSD portugués.Unos escalones por debajo están los socialdemócratas (S&D). Aspiran a seguir siendo segundos en la Eurocámara, algo que parece seguro. El pilar social es clave en su programa, y quieren que la inversión en industria de la Defensa no se dé en detrimento del impulso al Pacto Verde. El feminismo o la lucha contra la pobreza copan buena parte de su discurso. Forman la otra pata de la ‘gran coalición’ que ha gobernado la UE en las últimas décadas… pero avisan de que un acercamiento del PPE a la ultraderecha puede romper ese matrimonio hasta ahora bastante bien avenido en el Parlamento Europeo.Los liberales (Renew) y los verdes (Greens/EFA) son esos grupos políticos revulsivos que salvan los partidos cuando las piernas a otros les pesan. Los ‘actores secundarios’ de los grandes pactos. Los primeros quieren erigirse como defensores del Estado de Derecho, y llaman a una ampliación de la UE que «se tome en serio» tanto para los Balcanes como para Ucrania y Moldavia. Los sondeos no son optimistas para ellos, pero quieren seguir teniendo una parte de la llave. La otra es para los ecologistas, que unen la política climática con el crecimiento económico, aunque asumen a la vez que la Unión se la juega desde el punto de vista defensivo e industrial. Se sumarán, salvo sorpresa, a muchos de los acuerdos amplios que se puedan alcanzar.Con los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR) y con Identidad y Democracia (ID) la cosa está clara: pueden ser (y casi con total seguridad serán) las sorpresas de la competición. El sprint hacia portería lleva a que las dos familias coqueteen con formar un ‘supergrupo’ en la próxima legislatura, y las encuestas les son favorables. Ahora, la suma no es sencilla: ECR es pro Ucrania y pro OTAN, un socio aceptable para buena parte del PPE. No pasa lo mismo con ID, que tiene una hemeroteca traicionera por sus filias con Vladimir Putin y hacen una apu …
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