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Las reacciones al asesinato de Charlie Kirk, activista conservador estadounidense vinculado al presidente Donald Trump y al movimiento Make America Great Again (MAGA), evidencian el alto nivel de polarización que existe en la sociedad y política del país norteamericano. El propio Trump acusa a la «retórica de la izquierda radical» del crimen, mientras que los demócratas vuelven a abogar por el control de armas con el fin de intentar reducir la violencia en el país. El profesor Daniel Blanch, director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de St. Louis-Madrid, afirma a 20minutos que son varios los factores han desencadenado la polarización y que España no se salvará del todo de ella.¿A qué factores considera que podemos atribuir la polarización que existe hoy en día en Estados Unidos?Es un tema complejo, pero creo que se pueden apuntar algunos factores claves. Uno sería el crecimiento de la extrema derecha y del movimiento MAGA, la debilidad de los poderes políticos actuales, las instituciones y la falta de separación de poderes en Estados Unidos. Todo ello junto con un movimiento social que va en esa dirección. Lo que pasa es que la polarización actual viene de años atrás. En realidad surge en los años 90 con varios de los políticos de la derecha americana y simplemente ha ido creciendo.¿Hablamos de Bush?En la época Bush empezaron a surgir algunos. Una de las figuras claves sería Newt Gingrich [expresidente de la Cámara de Representantes]. Él realmente es el principio de todo eso. Steve Bannon sería, de algún modo, la continuación de la era Newt Gingrich. Una era que se enlaza directamente con el surgir del Tea Party. Hoy en día nos sorprende y nos entristece ver esta radicalización y polarización.¿De qué forma Trump y el movimiento MAGA han contribuido a incrementar esta polarización?Lo han hecho claramente con el lenguaje que utilizan. Además, los medios sociales y digitales están constantemente atizando los temas que crean tensión y extremismo, pero creo que también están expresando lo que ya existe en la sociedad norteamericana. No es que haya surgido de la nada, sino que ellos están pulsando teclas que ya estaban tensionadas por una variedad de cuestiones sociológicas más complejas, como la desindustrialización. El voto de MAGA de Trump viene de zonas rurales, menos desarrolladas o de zonas posindustriales.¿En qué medida el denominado movimiento ‘woke’, del que habla Trump, ha fomentado esa polarización?Es complicado responder a eso porque hasta cierto punto el movimiento ‘woke’ es el movimiento de los derechos humanos, de los derechos de las minorías, de la diversidad, equidad e inclusión de la gente más desfavorecida. Desde mi perspectiva, esa representación de la gente desfavorecida tenía que pasar en un sistema político como el americano. El problema es que el movimiento MAGA ha encontrado una forma de demonizar al movimiento de la equidad y lo ha tildado como algo ‘woke’. Además, creo que el movimiento de la diversidad también es una expresión de grandes necesidades sociales. Es decir, no es algo estrictamente político, sino social que era necesario fomentar, pero que ha creado un péndulo contrario en el movimiento MAGA.A raíz del asesinato de Charlie Kirk se ha evidenciado esa polarización. ¿Cómo ha llegado a Estados Unidos a este nivel de violencia política?Lo de Charlie Kirk preocupa muchísimo a la sociedad americana, eso está claro. Pero es una expresión de una visión de la sociedad que muchos defienden. El propio Kirk decía: «Creo que podemos soportar unas muertes violentas por el bien de tener el derecho a portar armas». Tristemente, en su caso fue así, pero él claramente defendía ese derecho. Parte de la violencia en EEUU está enraizada en una cultura de llevar armas que no se ha podido solventar de ningún modo y que sigue creciendo. En los centros educativos sigue habiendo multitud de matanzas. No es un hecho fuera de lo normal que haya violencia en Estados Unidos, pero tristemente cuando se plasma en figuras importantes de la política, le damos más visibilidad y eso demuestra que esa tensión está superando los límites de lo normal en lo político.¿Qué opina de la Segunda Enmienda?La Segunda Enmienda es un problema a día de hoy. Francamente, creo que el derecho a portar armas se ha llevado a unos extremos inauditos y que no entran dentro de lo que serían los cauces normales de una sociedad. En las grandes ciudades, creo que no es posible entender la Segunda Enmienda. Es un error verlo como algo normal y las estadísticas demuestran que EEUU está muy por encima de cualquier otro país desarrollado en cuanto a muertes violentas y matanzas en colegios. Pero parte del problema también es que es un sistema federal. Entonces una ciudad puede prohibir las armas, pero si la ciudad o el estado de al lado no las prohíbe, es difícil de controlar. Y en este caso, Utah entra en esa categoría.¿Qué futuro cree que le espera a EEUU de seguir así?Me preocupa sobremanera, porque creo que es un declive social y democrático importante. Están sufriendo un retroceso porque la tensión y la polarización han hecho que no haya un centro, un punto intermedio y que muchos debates sean extremos y, con lo cual, no llevan a nada provechoso. No hay una salida factible. En el Congreso, por ejemplo, vemos que no hay un punto de encuentro entre los dos partidos. Tampoco ayudan mucho el uso de las redes sociales, como X o Truth Social, que no crean un diálogo entre las partes y eso ha causado graves problemas y daños a la sociedad norteamericana, que es individualista, y ahora encima bastante polarizada.»Está claro que en Europa hay esos extremos, pero la diferencia es que aquí no llevamos armas»¿Cree que se podría hacer algo al respecto para disminuir esta polarización?En las instituciones académicas estamos intentando trabajar en esa pregunta, pero no hay una respuesta fácil. Creo que tiene que haber puntos de diálogo entre las dos partes y hay que encontrar individuos que estén dispuestos a dialogar con sus contrincantes de una forma civil y y educada. Pero no ha sido fácil porque los medios en Estados Unidos no han conseguido atraer ese punto de diálogo y el presidente está quitando fondos de instituciones políticas, académicas y de medios de comunicación que podrían intentar encontrar el punto intermedio. Creo que sería importante volver a eso, invertir en el desarrollo de la democracia. Lo que no veo fácil es el control de armas.¿Considera que esa polarización podría llegar hasta Europa?Políticamente sí. Está claro que en Europa hay esos extremos y que tanto la extrema derecha como algunos partidos muy de izquierdas tienen una gran distancia entre sí y que cada uno puede fomentar la polarización en algunos temas. Pero la diferencia es que aquí no llevamos armas, con lo cual podemos gritar, enfadarnos. Pero por lo general no va a llegar a este extremo violento al que fácilmente llega en EEUU. Gran Bretaña, Italia, Francia, Alemania… casi todos estos países tienen partidos de ultraderecha y, por correspondencia, algunos tienen una izquierda a veces incluso antisistema.¿Podríamos llegar a esos niveles de polarización en España?En España, de momento, no he visto la tensión a la que se ha llegado en otras partes de Europa. Así que espero que sigamos en una situación un poco más sana que en otros países, pero políticamente no nos vamos a librar del todo de esta polarización que azota a todo Occidente.Daniel BlanchProfesor y director del Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de St. Louis-Madrid. Estudió Ciencias Políticas y es doctor en Filosofía, Relaciones Internacionales y Política Comparada. Se enfoca en el estudio de la ciudadanía y la participación política en relación con las crisis actuales de la democracia, sobre todo en Europa y EEUU. …
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