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28
Abr
Adiós a la legislatura de la policrisis: la UE cierra el lustro del «todo nos pasa a nosotros»
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    Alex
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Una pandemia, una invasión, una crisis económica, otra energética, un conflicto en Oriente Medio, un cambio climático que sigue haciendo estragos. Si algo puede salir mal, saldrá mal, debe pensar la Unión Europea. Pero si algo se puede hacer bien, hay opciones de hacerlo bien, puede haber concluido después de estos cinco años. Un lustro ha pasado y es el momento de cerrar la legislatura del «todo nos pasa a nosotros» en la que la Unión ha hecho real esa frase de Jean Monnet: «Europa se hace en las crisis». Saldrían varios tomos hablando de ello y en cambio parece que el bloque ha estado a la altura de la Historia, con aciertos y errores, pero a la altura al fin y al cabo.

«En los momentos de crisis, solo la imaginación es más importante que el conocimiento«, dijo Einstein, e imaginación ha tenido que tener la Unión después de todo. Pocos meses después de que arrancase la legislatura, el Covid arrasó con todo y la UE empezó a romper tabúes: dio dos pasos de gigante primero con el fondo de recuperación de 750.000 millones de euros emitidos con deuda común -por impulso sobre todo de España, Italia, Alemania y Francia- y también con la compra conjunta de vacunas. Eso dio, recuerdan en Bruselas, «mucha seguridad de que la Unión podía hacer las cosas bien». La crisis entonces no fue solamente sanitaria, sino también económica, y la receta para salir de ella tuvo ingredientes diferentes al año 2008.

La muerte del entonces presidente del Parlamento Europeo David Sassoli en enero de 2022 añadió más momentos a la lista de días para olvidar y en febrero de ese año la UE se despertó una madrugada con la invasión rusa de Ucrania. Y eso también fue un despertar: Putin lanzó la ofensiva sobre Kiev y los 27 se pertrecharon para ayudar a Volodimir Zelenski. Desde entonces 13 paquetes de sanciones aprobados casi en tiempo récord, asilo sin cortapisas, ayuda económica, humanitaria y militar. El despertar de la Defensa europea con novedades como el Mecanismo Europeo para la Paz o una Ucrania ya candidata a la adhesión y a punto de abrir negociaciones. Ese punto militar también ha llevado a Bruselas a presentar su primera estrategia para la industria de la Defensa, que ahora ha pasado al tejado de los Estados miembros.

La ampliación ha sido otro de los debates que se han reactivado, añadiendo además a la lista de espera a países como Moldavia, que tienen la sombra rusa muy cerca. La UE ha tenido que aprender una nueva manera de hacer las cosas y necesita repensar sus prioridades. Es lo que sucede por ejemplo con el Pacto Verde, que parece pedir un reenfoque precisamente por el impulso a la industria que se quiere dar en los próximos años. Además, ha sido el lustro de una mejor relación con Estados Unidos, quizás por el frente pro Ucrania, quizás porque en la Casa Blanca ha sentado Joe Biden y no Donald Trump.

La Unión ha sacado adelante medidas muy importantes en los últimos cinco años. Valen cuatro ejemplos para ver el impulso que se ha dado: la ley de IA ha convertido al bloque comunitario en un actor pionero en la gestión de esa área y sirve como referencia para el resto de países. Por otro lado se han desatascado dos temas que llevaban muchos años en el cajón, como son las reglas fiscales o el pacto migratorio. Son dos asuntos muy divisivos, pero la máxima se repite: mejor esto que nada. Se trata de normas que siempre serán objeto de debate, igual que la PAC, cuya reforma quiere volver a abordarse a corto plazo. Eso sí, la directiva contra la violencia machista, la Tarjeta Europea de Discapacidad o la ley de Clima se añaden a la lista de éxitos.

Pasa lo mismo con la reforma del mercado eléctrico, una de las obsesiones de España que acabó en buen puerto y se suma a unos hitos donde también están la ley de Servicios Digitales y la ley de Mercados Digitales, que refrendan, dicen los expertos, a la Unión como potencia reguladora, con las grandes tecnológicas en el foco: Google, Meta o Amazon ya saben lo que les espera si no cumplen con las normas que se marcan desde Bruselas.

La UE, en primera línea

«Ha sido una legislatura de mucho desgaste pero que ha servido para poner a la UE en primera línea, creo que hay que quedarse sobre todo con eso», explican los eurodiputados consultados por este medio. «Ha sido una legislatura muy compleja donde hemos tenido que poner todo el tiempo los esfuerzos y las iniciativas para dar soluciones a los ciudadanos europeos. Y creo que en muchas ocasiones pues se ha conseguido, en otras pues oye, tenemos que continuar empujando», resume por ejemplo Dolors Montserrat, portavoz del PP en el Parlamento y vicepresidenta del PPE.

Esperamos de cara a la próxima legislatura es poder seguir trabajando en este camino, consolidando logros y avanzando

Javier Moreno, jefe de la delegación del PSOE en la Eurocámara, explica que «se cierra uno de los ciclos políticos más complicados que ha vivido la Unión Europea, con una pandemia mundial y dos guerras, que han golpeado nuestra economía». Pero para él, se puede «decir con orgullo que nuestro proyecto común sale reforzado de esta prueba». El socialista, además, manda un mensaje para el futuro: «Esperamos de cara a la próxima legislatura es poder seguir trabajando en este camino, consolidando logros y avanzando en un proyecto europeo que ofrece oportunidades, ilusión y esperanza a la ciudadanía. Combatir el catastrofismo, el negacionismo y antieuropeísmo de la extrema derecha. Porque la Unión Europea es una experiencia única en la historia de la humanidad«.

Jordi Cañas, eurodiputado de Cs y candidato de la formación el 9-J, añade que el cierre tiene una parte de «melancolía» porque lo que dejan después de cinco años es «casi una vida», lejos de España y con responsabilidades exigentes. «No hay mejor experiencia que esta a nivel político», cuenta, y no da nada negativo sobre el Parlamento Europeo porque, dice, «se debate sobre todo y sobre todo lo importante» para los ciudadanos, más allá de las limitaciones que pueda tener la Eurocámara por la propia institución de la UE. Reconoce, para terminar, que «volver a hacer política nacional o autonómica» después de pasar por Bruselas y Estrasburgo «es muy complicado».

«Europa ha tenido más atención que en años anteriores, y se está viendo como realmente las cosas que se deciden en Europa impactan directamente en nuestras vidas diarias», expone en su lado Idoia Villanueva, de Podemos. «Es cierto que aquí el prisma es un poco diferente porque el trabajo consiste en llegar a acuerdos mucho más amplios, con muchos más países, con visiones mucho más amplias y eso hace que no esté tan enfocado al clic, por así decirlo», termina.

Diana Riba, de ERC, concluye que esta legislatura «ha pasado de todo», desde el brexit que fue delicado «también desde el punto de vista personal» de los eurodiputados. «Yo he podido tener papeles muy diferentes en el Parlamento», destaca como algo positivo: ha habido varias legislaturas dentro de la misma legislatura, cuenta Riba, cuyo papel ha ido desde la «visibilización» de la situación de los políticos presos en Cataluña, pasando después a entender legislativamente mucho mejor las dinámicas durante la pandemia y ya más tarde «ser coordinadora de dos comités o vicepresidenta del comité de Pegasus». En la parte negativa, en cambio, la eurodiputada de ERC lamenta que el final de este lustro puede ser una buena foto «de cómo será el siguiente Parlamento», con un peso mayor quizá de la derecha radical.

¿Qué queda por hacer?

Quienes ocupen los puestos de mando o los escaños a partir de julio tendrán que manejar una herencia de asuntos que han quedado pendientes después de esta legislatura. Los próximos cinco años serán el lustro de la Defensa, sobre todo de la Defensa, pero también de la industria, de cómo recalibrar el Pacto Verde o quizá de nuevos fondos de deuda común para hacer grandes inversiones a nivel europeo. Todo ello se condensa por ejemplo en el ya llamado ‘informe Letta’, preparado para completar el mercado único para hacer de la UE un actor más competitivo en el escenario global.

En 2019 todo empezó con la Unión adaptándose a la era posbrexit; en 2024 todo volverá a empezar con una UE más estratégica y menos asertiva, que ha aprendido el lenguaje del poder duro, o al menos está haciéndolo. Una de las tesis que más se repiten, eso sí, es que la Unión Europea nunca va a terminar de completarse, pero mientras la derecha aboga por «trabajar en el crecimiento económico», con temas como la revisión de la PAC, la reducción de la burocracia o un impulso a las capacidades militares, la izquierda añade el componente de «seguir ampliando el pilar social». Todo se une, de una forma u otra, bajo el mismo paraguas: el de la autonomía estratégica.

Con todo, lo que ha demostrado la historia reciente es que la UE no puede hacer demasiados planes, porque la realidad puede arrollar en cuestión de poco tiempo. Casi todas las voces coinciden en que Europa está ahora mucho mejor preparada que hace cinco años, pero en julio arrancará una nueva legislatura para que esa preparación le permita sentarse de tú a tú en la misma mesa que Estados Unidos y China. Es ahí donde se juega la partida.

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